enero 28, 2005

Duele...

Siento que te he perdido
a pesar de no haberte tenido,
y aún te siento aquí,
a pesar de que te has ido...

Algo me dice que ya no estás,
por eso estas lágrimas tercas,
lluvia de mi alma con sabor a ti,
lágrimas con sabor a tu ausencia...

He intentado olvidarme de tus ojos,
pero aún siento tu mirada en mí,
le he dado la espalda a tus labios,
pero los míos aún te pueden sentir...

De nada ha servido que me aleje,
pues lejos de ti ya estaba,
así te conoció mi corazón,
en ausencia que era presencia...

De nada me ha servido que deje de oírte,
pues tu voz está dentro de mí,
de nada ha servido que calle,
pues ya antes no me escuchabas...

Estás siempre conmigo,
en mis sueños y en mi vigila,
de nada me sirve que intente olvidar,
pues no puedo olvidar una parte de mí...

Tu recuerdo es como las estaciones,
realmente nunca se va,
aguarda pacientemente
un descuido de mi razón,
e inexorablemente regresa,
entonces me topo contigo,
con tu sonrisa, con tu mirada,
con tus labios, con tu piel,
y me lleno nuevamente de ti,
de tu amor, de tu calor...

Nada ha cambiado,
el sentimiento aún está aquí,
en cada instante,
en mi interior,
en todo momento,
en cada rincón...

Quiero engañarme,
pero el corazón sabe
que aún me duele,
que duele continuo,
que duele igual,
no estar contigo...

enero 24, 2005

Telarañas – Primera parte de muchas por venir...

Algunas veces tengo la impresión de que algo me impide ver las cosas como son. A ese algo yo le llamo mis telarañas. Son capas de un tejido muy sutil que se han ido acumulando sobre los ojos de mi entendimiento, un tejido casi invisible, pero que sin embargo va nublando mi visión y obstaculiza mi apreciación de las personas con las que me relaciono, pero más importante, de las personas a las que quiero.

Cada vez que la vida me ha regalado una herida, la he sanado con una tela de araña, la cual funciona como un vendaje protector que acelera la cicatrización de la herida, y desde ese punto de vista es benéfica. Pero así como la telaraña me protege la herida aislándome de aquello que me ocasionó el daño, funciona también como una barrera que me aísla del exterior, cortando la posibilidad de una comunicación efectiva con otras persona.

Desde que tomé consciencia de mis telarañas, he luchado intensamente por ir desenvolviendo una a una las capas de esa tela que hace ya mucho tiempo dejó de cumplir su función protectora y que ahora simplemente obstaculiza mi diario devenir. Es como si una araña me hubiera estado envolviendo con su hilo de seda, atrapándome en su pegajoso tejido, negándome toda posibilidad de moverme... y yo necesito escapar...

Es una telaraña la que me hace esperar de ti una frase afectiva específica sin permitirme ver que cada acto en tu vida es una demostración del Amor que me ofrendas. Exponerlo de esta forma tan cruda es el resultado de haber podido retirar la telaraña de mis ojos. Y es que con cada acto tuyo me has hecho ver lo innecesarias que son las palabras. De nada sirve un “te Amo” dicho por cumplir una fórmula, ahora lo entiendo, y no cambio una sola de tus sonrisas, de tus miradas, de tus besos, de tus abrazos, por una frase como ésta.

Es ese Amor que me demuestras día a día el que me permitió deshacer cada capa de esa densa telaraña que nublaba mi entendimiento. Ahora sé que te Amo no por lo que me dices, sino por la inmensidad del sentimiento que puedo ver en tu interior, gracias a que me has abierto las puertas de tu alma.

Le digo adiós a esa telaraña y me apresto a enfrentar las demás... será una lucha larga, pero estoy feliz de poder pelearla a tu lado.



Te amaré - S. Rodríguez.

Te amaré, te amaré como al mundo.
Te amaré aunque tenga final.
Te amaré, te amaré en lo profundo.
Te amaré como tenga que amar.

Te amaré, te amaré como pueda.
Te amaré aunque no sea la paz.
Te amaré, te amaré lo que queda.
Te amaré cuando acabe de amar.

Te amaré, te amaré si estoy muerto.
Te amaré el día siguiente además.
Te amaré, te amaré como siento.
Te amaré con adiós... con jamás.

Te amaré, te amaré junto al viento.
Te amaré como único ser.
Te amaré hasta el fin de los tiempos.
Te amaré, y después... te amaré.

enero 19, 2005

Un regalo para dos

P. Klee - EmbraceAbro mis ojos a la noche y contemplo las estrellas, observo los caminos que recorren, las sendas que forman, su horizonte de luz, sus constelaciones y sé que has llegado a la playa desierta de mi sueño.


Recorro tus acantilados, tus mares, tus ríos, sus meandros, me detengo en tu orilla y contemplo el suave murmullo de tus aguas. Navego por ellas, sumerjo mi mano y acaricio su espuma, me detengo y sabes que he llegado al umbral de tu sonrisa.


Camino en silencio por tus sueños, contemplo tu rostro, sonrío, pienso, siento y extiendo sobre tus ojos cerrados una cortina de besos pausados, profundos, tiernos y sé que mi piel se ha vestido de noche para compartir tu aurora.


Abro la ventana de mi pecho al cálido aire de tus labios, derribas suave la muralla de mi ausencia, huellas del paso de tu ternura cubren ahora mi cuerpo, te miro, sonríes y sabes que hemos cruzado juntos el horizonte del tiempo.


Recorro tus nubes, tus lágrimas, tus tormentas, tus rayos, me detengo en el sol y comparto su espera anhelante del ocaso. Me acerco a tu crepúsculo, me envuelve su oscuro manto, acaricio la sombra de la luna, y sabes que una lluvia de amaneceres inunda la noche.


Camino sin prisas por tu sonrisa, tus ojos recorren mi cuerpo, te detienes, me detengo: nuestro abrazo diamante atraviesa el cristal de la noche.

enero 14, 2005

Pensando en ti...

Miro por la ventana preguntándome que viene a continuación. Afuera sólo se escucha el melancólico llamado de un ave solitaria que espera por su pareja. La ausencia del viento hace que los árboles inmóviles parezcan esculturas de piedra. Todos se han marchado y la soledad me presiona el pecho golpeando como un ariete. No sé qué hacer y pensar en ello no ayuda en nada.

Cierro mis ojos para visualizar tu rostro sonriente y no puedo evitar que una sonrisa se dibuje en mi rostro para corresponder a la tuya. En ocasiones como ésta me pregunto la razón de las cosas sin poder llegar a conclusión alguna. Lo único cierto es que, cuando cierro mis ojos, me basta pensar en ti para sentirte a mi lado, me basta abrir los brazos para sentir tu cuerpo acomodarse junto al mío, me basta dejar entreabiertos los labios para sentir el aliento de tus besos, me basta buscar con mis ojos cerrados para sentirme reflejado en tu mirada.

Abro mis ojos sólo para descubrir que aún me encuentro sólo en la habitación. La cabeza me da vueltas debido al cansancio generado por la tensión de un día especialmente intenso. Embotellamientos, esperas forzadas, discusiones interminables para ajustar presupuestos conformaron el día. Pero ahora el sol ha iniciado su viaje hacia el ocaso y eso hace que me sienta más relajado y en calma.

¿Por qué será que me siento mejor cuando estoy cobijado por la noche que cuando me rodea la brillantez del tiempo diurno? Siempre me lo he cuestionado pero nunca lo he podido explicar. La vida me ha convertido en un ente nocturno, uno más de los habitantes de un reino en sombras perennes. Habito mentalmente en las profundidades oscuras de la noche, resignado a una existencia gris alejado de ti. Las estrellas y la luna son los únicos vestigios de luz en mi diario devenir.

Tú en cambio eres capaz de brillar en pleno día, estás llena de luz y color. Tal vez sea que de esa manera nos complementamos. Somos el día y la noche, la luz y la oscuridad. Somos elementos que toman sentido sólo en la presencia de su contrario. No hay sombras sin luz, no hay noche sin día. Mi vida gris toma sentido sólo cuando tu presencia la llena de color. Eres como una explosión de supernova en mi oscuro universo.

Y recordándote me doy cuenta de cuánto te extraño. Cómo te deseo en esta noche que inicia... cómo añoro la tibieza de tu piel en contacto con la mía... cómo me hacen falta tus labios para calmar esta sed... cómo te extraño mujer.

Tras el cristal de la ventana ha desaparecido cualquier rastro de luz y ahora reina la oscuridad. Mirando al exterior convoco ráfagas de viento y corrientes marinas para que me transporten a través de la distancia, pero en este día los sueños se han tomado una pausa, abandonándome indefenso ante mi realidad.

Cierro nuevamente los ojos y de inmediato percibo tu presencia. Me sonríes como siempre, y tu sonrisa ilumina el camino que invariablemente me lleva de regreso a tu lado, salvando la distancia inmensa que nos separa con esa magia especial con la que has llenado mi vida, con esa magia fascinante que me ha permitido reconocerte más allá de los límites del espacio y el tiempo.

Vuelvo a sonreír agradeciendo tu presencia en mi vida y acepto la mano que extiendes hacia mí. Me acerco lentamente acariciando tu rostro y, mientras nuestros cuerpos comparten su calor, no puedo dejar de maravillarme de la luminosidad de tu mirada. Tus ojos oscuros tienen luz propia y me doy cuenta que mi más grande anhelo es verme reflejado en ellos por fin.

Me siento feliz, pues te conozco desde siempre y existo simplemente para explorar tu belleza interior. Me he deslizado por senderos trazados por cometas milenarios. Mis pies se han posado en los mundos multicolores de lejanos sistemas planetarios. Mis ojos han recibido el brillo de los más diversos sistemas estelares. En cada jornada he sido testigo de fenómenos por nadie conocidos. Soy el eterno viajero sideral que ha recorrido mentalmente tus veredas estelares explorando hasta el último resquicio de las constelaciones de tu piel.

Finalmente soy capaz de abrir los ojos y sonreír, pues tu presencia permanece a mi lado. Me alegra pensar que estarás durmiendo mientras compartes un sueño conmigo, y pensando en ello me retiro por fin, con el corazón colmado de amor y con esa sonrisa que has puesto en mí... a pesar de la distancia.

enero 10, 2005

Encuentro

EPD - Cueva de encuentros

Entornando los ojos para protegerme de la luz, te observo dar los últimos pasos antes de alcanzar fatigosamente el punto más alto de la pequeña elevación. Aún no puedo acercarme a ti, pues el sol no se ha marchado por completo... pero internamente sé que se acerca el instante de partir a tu encuentro.

Diriges la mirada hacia el horizonte a la espera del último respiro del sol crepuscular y aguardas expectante unos minutos, hasta que finalmente el astro desaparece lanzando el último suspiro luminoso del día. Con un ágil movimiento de tu cuerpo lanzas una red de sombras y lo capturas en la imaginación. Manipulas la red con naturalidad y formas una bolsa que cuelgas de tu cintura. Ahora estás lista para la jornada nocturna, pero antes de partir te tiendes unos momentos sobre la hierba para descansar. La jornada ha sido dura y es conveniente tomar un respiro.

Acechando entre las sombras te lanzo un susurro de criaturas nocturnas y la somnolencia invade tu mente, haciendo que caigas en un estado de sueño profundo. Ha llegado el momento, ya estás aquí... en silencio me aproximo hasta el sitio en el que descansas, y tu respiración, antes tranquila y acompasada, se torna inquieta... me presientes... observo tu rostro por unos instantes y me sumerjo en tu sueño... voy a tu encuentro...

Mi cuerpo y mi alma han sucumbido a la noche, me digo a mí misma mientras noto que la música de la naturaleza ya no proviene del roce del viento con la hierba, sino que ahora está compuesta por el murmullo de las olas rompiendo contra los acantilados. La cama de hierba fresca y olorosa ha desaparecido también, y en su lugar me encuentro en un lecho de arena tibia. Me incorporo lentamente mientras observo el paisaje marino. El cansancio ha desaparecido y me doy cuenta que la jornada ha llegado a su fin.

Me acerco a la playa dejando que el agua tibia del mar moje mis pies. Las formaciones de roca se levantan a mi alrededor entrelazando pasadizos en una red de corredores con lecho de arena. En el cielo brillan las estrellas y el viento genera una música suave cuando se cuela entre las grietas formadas por la erosión. Me encuentro en un lugar espectacular y de naturaleza casi mística y no podía ser diferente... mi viaje ha llegado a su fin... me encuentro en el reino de la noche.

Camino explorando las galerías de piedra y de repente una cueva me muestra su entrada. La abertura en la roca se encuentra iluminada por la luz de la luna, pero del interior se desprende la sensación de una oscuridad casi sólida. Me acerco lentamente para observar en su interior, pero la oscuridad es total. Pareciera como si una barrera evitara la entrada de los rayos provenientes de la luna más allá del dintel de roca. Es algo incomprensible, pero internamente sé que tengo que entrar a esa cueva... me estás llamando... ya estás aquí...

Desde el interior de mi morada, te observo mientras te acercas pateando juguetonamente el agua poco profunda de la playa. No pareces sorprendida cuando te topas con la entrada de la cueva. Tratas de adivinar el interior, pero en mis dominios reina la oscuridad. Te acercas lentamente echando mano a la bolsa que contiene el último suspiro del sol crepuscular y vacías su contenido dentro de la cueva. Una tenue claridad se extiende por cada rincón de mi morada y me acerco para darte la bienvenida. Extiendes tus brazos ofreciéndote a mí y te sonrío mientras correspondo a tu abrazo y disfruto de la suave sensación de tu piel en contacto con la mía...

Retiro la red de sombras de mi cintura y vierto su contenido en la cueva. Espero un momento mientras mis ojos se acostumbran a la nueva claridad y te veo por fin surgir desde las profundidades de tu morada de sombras. Una sombra eres tú mismo al principio, pero los detalles no tardan en aparecer y te manifiestas ante mí. Te extiendo los brazos al mismo tiempo que me adentro en la cueva. Llega entonces tu sonrisa envuelta en caricias amantes; miro tus ojos y en ellos veo el reflejo de mis labios sedientos...

El calor de tu cuerpo en contacto con el mío genera oleadas de placer que me recorren palmo a palmo. Reconozco en tu piel las veredas estelares por las que he viajado en cada jornada realizada para ir a tu encuentro y sin poder aguardar un instante más, beso tus labios suavemente...

Se acerca tu boca y bebo de ella mientras tus manos recorren las veredas estelares de mi cuerpo. Es un recorrido lento y suave, te detienes en un recodo del camino, sonríes y tomas mi mano...

Mis manos te recorren tocando apenas tu piel. El tiempo parece haberse detenido, el sonido de las olas se hace más lejano y la música del viento desaparece mientras tu cuerpo se convierte en lo único con sentido para mí. Con un poco de impaciencia, me separo de tus labios para mirarme nuevamente en tus ojos, y sonriendo te ofrezco mi mano para conducirte al interior de mi morada...

Huimos juntos por esa grieta del tiempo, se ha detenido el aire, contempla celosa la noche anhelante nuestras sombras amantes...

Nos abrazamos nuevamente y en ese abrazo nos perdemos en la inmensidad de nuestros cuerpos que se funden. Con los labios por delante recorremos ese cuerpo que se acaba de reencontrar hasta que, sin darme cuenta, me pierdo en la profundidad de tu ser...

Somos uno en ese abrazo infinito compartido desde más allá del tiempo, somos uno en esa sonrisa que ilumina la distancia y que nos muestra el camino, somos uno en esa caricia interminable que nos habita, somos uno en ese relámpago que precede al trueno...

Somos uno desde los orígenes del tiempo, somos uno cuando nuestras miradas abren las ventanas del alma, somos uno cuando se unen nuestros labios anhelantes, somos uno cuando mis olas revientan en tu arrecife, somos uno en la explosión de nuestros cuerpos delirantes...

Nos miramos, nuestros ojos de noche reflejan estrellas fugaces; sonreímos, nuestros labios exhaustos ensayan un último beso; es la hora, susurra la noche extasiada...

Te acompaño al exterior lamentando la corta duración del encuentro. Camino a tu lado para llevarte de regreso a tu mundo de luz y color. La pirotecnia se ha extinguido, pero no el deseo ni el amor...

De la mano de nuevo emprendemos viaje, no sin antes entregarle a la luna un último abrazo cómplice, y seguimos juntos, camino del alba...

Como siempre en cada encuentro...

enero 04, 2005

Grados

Existen grados para amar?
así como existen grados en la escuela?
así como hay grados de alcoholismo?
No lo sé, necesito pensarlo dos veces,
o tal vez dos mil...
Mi experiencia,
esa experiencia que ahora quisiera no tener,
esa experiencia que me muestra una puerta cerrada,
un camino sin destino,
un puente que no llega a otro lado,
una vida sin posibilidad de vivir,
esa experiencia me dice que no.
Puedes encariñarte con alguien,
puedes llegar a querer a ese alguien,
como quien se encariña con un perro,
o un gato, o un ave,
como se quiere a un animal...
O puedes querer a ese alguien un poco más,
preocuparte por su forma de sentir,
por levantar su estado de ánimo,
por darle compañía cuando su soledad ataca,
tal como se quiere a un ser humano...
Entonces, sí hay grados para querer,
grados para dar afecto,
grados para preocuparse por alguien más,
hay grados para querer,
como hay grados de temperatura,
como hay grados militares,
pero eso no es amor,
eso no responde la pregunta original,
existen grados para amar?
Amor es algo más que un simple cariño,
no se puede explicar,
vanos son los intentos de poetas
mal encaminados y trasnochados,
y por eso no trataré de explicarlo,
pero puedo decir que reconozco la diferencia,
puedo decir que es diferente,
puedo decir que es más profundo,
puedo decir que es más bello,
puedo decir que es más sublime,
puedo decir que es más original
que cualquier tipo de cariño,
que cualquier otro sentimiento
que se pueda llegar tener por otro ser humano.
Nadie que no haya amado me entenderá,
ninguno de ellos sabrá de lo que hablo,
me creerán loco o delirante,
me verán con lástima,
y dirán que soy un pobre diablo
que se cree poseedor del monopolio del amor.
Sólo aquellos que un día cayeron,
que fueron succionados,
arrastrados por el torbellino amoroso,
sabrán de lo que hablo,
ellos me verán con entendimiento,
porque habiendo experimentado lo mismo que yo,
sabrán que no hay confusión posible,
que alguien que es atrapado por el amor
no alberga duda en su corazón.
No hay grados para amar,
así como hay grados de insolación,
como hay grados de inanición,
se ama o no se ama,
y no hay puntos intermedios,
no hay medias tintas,
no puedes amar poco o mucho,
pero sobre todo,
no se puede dejar de amar,
y no requiero que se extinga mi vida,
para poder asegurarte que siempre te amaré,
no más ni menos,
sino de la forma en la que te amo ahora,
de esa forma que llegaste a conocer,
aunque tal vez nunca comprendiste...