febrero 28, 2005

Respuestas sin pregunta

Sus ojos se clavaron duramente en los suyos y él sintió que un escalofrío le recorría la espalda. Esa fue su muda respuesta a la insistente pregunta que pretendía invadir la intimidad de su interior.

El hubiera querido retirar la mirada, pero algo, que más tarde nunca pudo explicar, se lo impidió. Sus ojos se mantuvieron fijos en los de ella, mientras sentía que su mente se abría sin que pudiera hacer nada al respecto.

Ya antes habían tenido esa plática, y ella se había negado sistemáticamente a responder, considerando que la respuesta era de carácter personal y que nadie más tenía derecho a inquirirla al respecto. En cada ocasión había mantenido una calma serena, pero ahora parecía que la insistencia de él había terminado finalmente con su paciencia.

El se había visto reflejado en sus ojos en repetidas ocasiones, pero nunca sospechó que esos ojos pudieran transmitir el frío metálico que ahora sentía por dentro. Con su mirada lo apresó sin permitirle el menor movimiento.... y entonces escuchó su voz, sorprendido de que sus labios no se movieran.

¿Qué es lo que he visto en él? Si tanto interés tiene en conocer lo que no le incumbe, se lo diré...

Pues verá usted, le confesaré lo que me gusta de este hombre, aunque no sé si me dará tiempo porque en realidad son muchas cosas. Quizás todas giran en torno a lo mismo: me gusta mucho, muchísimo su ternura, una ternura tan inmensa que ni siquiera él es consciente de hasta dónde llega, creo que está acabando de descubrirlo.

Es también apasionado y eso me gusta, pero lo es no con esa pasión incontrolada de aquel que se vuelve loco por un estímulo externo, sino que su pasión nace de su ternura, es una continuación de la misma, una combinación exquisita que hace que el otro ser (yo) vaya moviéndose de la ternura a la locura y viceversa en un vaivén delicioso. Y ese paso de la ternura a la locura y viceversa es compartido, él lo hace también y lo más maravilloso es que conseguimos una armonía y una complicidad difíciles verdaderamente de alcanzar. Es una expresión clara de que no es cierto eso que se dice normalmente de que las parejas necesitan tiempo para irse adaptando las unas a las otras, sino que en este caso existe una adaptación interior tan increíble que se manifiesta en cada cosa: en cómo nos besamos, en cómo nos acariciamos. No hay que preguntar, sería absurdo, cada uno sabe no sólo lo que él otro quiere sino lo que quieren los dos.

Además de todo lo anterior me gusta cómo me acaricia, me gusta muchísimo todo lo que sus manos me transmiten; me gusta su voz, sus giros, sus cambios de tono, me gusta cómo me dice que me Ama, y me gusta porque sale de un lugar tan profundo que hace temblar el universo.

Me gusta también su sonrisa, me gusta oírle reír a mi lado, sobre mí, conmigo. Me gusta cuando me abraza y parece que vaya a partirme en dos, es un abrazo fuerte sin temor a romperme, con una fuerza que sale de la ternura. me gusta sentirlo tan cerca, sentir cómo su cuerpo reacciona a mi cercanía, cómo el mío tiembla, como se funde ese temblor en uno. Me gusta sentir sus labios en cualquier punto de mi cuerpo, me gusta recorrerlo con mis labios y volver a sentir que sabe que estoy cerca, que me hace sentir que sabe que estoy cerca.

La sensación del frío metálico desapareció tan rápidamente como había llegado. El observó asombrado que sus ojos recuperaban la serenidad acostumbrada, mientras una sonrisa triste con un tinte de dolor se dibujaba en su bello rostro.

El contacto había sido roto pero la respuesta aún daba vueltas en su mente. No era lo que había esperado, sus palabras había descrito una relación tan íntima, que se sintió un intruso por el simple hecho de haber preguntado sin tregua hasta forzar una respuesta.

Comprendió en un instante que algunas cosas pertenecen sólo a dos y que nadie tiene derecho a violar esa intimidad, que el silencio tiene palabras que dicen más que las articuladas con las cuerdas vocales, que las palabras del silencio no tienen sonido porque no están hechas para ser escuchadas, porque el destinatario las recibe directamente en su interior.

Había recibido una buena dosis de esas palabras silenciosas y ahora se sentía infeliz, porque sabía que no estaban destinadas para él, que había violado un poco esa intimidad ajena, y el dolor que se reflejaba en su triste sonrisa se le clavó como una daga en los más profundo de su ser.

Mientras se alejaba escuchó su voz clara diciéndole a modo de despedida:

Hay preguntas que nunca deben ser formuladas, aún cuando la respuesta exista...

febrero 24, 2005

Comentarios

He decidido cambiar el manejador de comentarios para facilitar la participación de quienes han tomado la aventurada decisión de leerme con regularidad. Ahora está instalado el Haloscan, pero eso significa que los comentarios anteriores ya no se ven.

Considero que la participación de quienes me leen es tan importante como lo que yo escribo, y por ello he decidido ir incorporando manualmente los comentarios hechos a los posts anteriores, iniciando por los más recientes. Será una labor larga y tortuosa, pero creo que todas(os) ustedes merecen que quede el registro de su valiosa participación.

Agradezco su paciencia mientras realizo esta lenta labor de reconstrucción.

febrero 18, 2005

Polvo de estrellas



El cielo en la lejanía se ilumina con los últimos rayos de un sol agotado que se retira a descansar en su morada nocturna. Pasarán varias horas antes de que vuelva con renovado vigor para ofrecernos otra aurora, otro amanecer. Después de algunos minutos, como lanzando un suspiro, el último vestigio de luz desaparece más allá de la línea del horizonte, haciendo más visibles y brillantes los agujeros del apolillado manto nocturno.

Es noche cerrada, tiempo de estrellas y criaturas que entonan sus persistentes cantos en una ópera fantástica. Entre las sombras, las luciérnagas flotan en nubes luminosas que dibujan patrones aleatorios y configuran constelaciones que se transforman de manera continua. No lejos de donde me encuentro escucho el lastimero llamado de un sapo que entona su nostálgica canción de amor por la luna, mientras las cigarras lanzan un zumbido que penetra insistente en la mente de los trasnochadores cotidianos.

Como cada noche, vuelvo mi rostro hacia la profundidad del universo esperando por el paso de una estrella fugaz. He esperado por milenios el paso de esa estrella, los ojos fijos en el firmamento, esperando por el menor indicio de su llegada a mi mundo. Mi mirada se ha desgastado dibujando líneas imaginarias entre las luciérnagas estelares de la misma manera que observo las luciérnagas que vuelan en los prados cercanos.

La luz ancestral proveniente de los más alejados rincones del universo ha penetrado mis ojos, y a través de ella he visto la evolución de estrellas de todos tipos, las cuales han surgido, evolucionado y perecido ante mi atenta mirada. Nubes de polvo se han acumulado por doquier, girando en remolinos colosales de gases multicolores que toman formas fantásticas antes de servir como plataforma para el despegue de brillantes series de novas y supernovas.

He visto cometas pasar por las cercanías, adornando con su cauda el camino recorrido alrededor del sol antes de ir a perderse en las lejanas regiones del sistema solar exterior. Pero no es un cometa lo que espero, sino una estrella fugaz. Una luz que cruce el firmamento marcando con una línea brillante la dirección de tu camino.

Ha sido tan largo el tiempo que he esperado por esa señal, que en varias ocasiones he decidido salir a buscarte en la inmensidad que rodea las fronteras de mi propio espacio, pero invariablemente termino extraviado en los laberintos estelares, agotado por la jornada y con las ganas gastadas. Finalmente, termino regresando a este lugar desde el que atisbo el horizonte a la espera de esa estrella fugaz que me indique el camino a seguir.

Sé que ese día llegará, que eventualmente la estrella fugaz que espero cruzará el firmamento desgarrando la oscuridad con su estela luminosa y dejando una cicatriz permanente en mi cielo que me sirva de punto de referencia y orientación para ir a tu encuentro. Una huella de luz como señal inequívoca de que nuestros universos se han cruzado por fin, regalándonos finalmente la oportunidad de recorrer las veredas estelares de un espacio común.

Ese día será afortunado y feliz, la estrella cruzará mi cielo de forma fugaz pero lenta, sin prisas, dejando caer una lluvia de polvo luminoso que cubrirá mi rostro, mis brazos, mi cuerpo entero. Y cubierto por el polvo brillante de tu estrella, viajaré siguiendo su clara estela de luz... y me perderé finalmente en las constelaciones de tu universo.

febrero 14, 2005

Aritmética

RojoCierra los ojos mientras te abrazo
y beso tus labios con suavidad,
deja que con caricias de mi cuerpo
abra por fin el acceso
a la vasta inmensidad
de tu anhelado universo.

Cierro los ojos mientras me abrazas y besas mis labios con suavidad. Los abro y veo el reflejo de mi deseante Amor en tus pupilas, soy yo ahora quien besa tus labios suave dulcemente, dejo que tu cuerpo acariciante se deslice por el mío hasta abrir las puertas de mi estrellado universo, haces camino, llegas, recorres, regresas, te detienes.

Quiero explorarte toda,
ávidamente, pero sin prisas,
parando a cada momento
con propósito e intención,
para medirte en caricias
y recuperar el aliento.

Quiero que me explores toda, que no te detengas, que regreses sin prisas a las puertas de mi corazón que late con cada propósito tuyo, con cada una de tus intenciones, que reconoce cada una de esas caricias que nos roban el aliento.

Quiero recorrer tu piel
a paso de beso limpio,
y descubrir en primavera
el origen de tu humedad
que surge cuando mis labios
recorren tu piel entera.

Quiero que recorras mi piel con el lento y suave paso de tus labios anhelantes, quiero que descubras mis ríos ansiosos por perderse en el oleaje de tu mar, quiero cruzar la línea del horizonte de tu mano, contigo, en ti.

Acerca tu cuerpo mujer,
termina con mi infortunio,
rompe conmigo las reglas
de esa aritmética absurda
en la que uno y uno son dos,
cuando sabemos sin duda
que al sumar nuestra piel
somos en realidad uno.

Quiero acercarme a ti hasta perderme entre tus brazos, hasta confundir tus manos con mi piel, quiero quebrar horizontes contigo, descubrir nuevos universos, crear supernovas en nuestra nocturna piel amante.

febrero 03, 2005

Aliento

Perseus (negativo)Un silencio casi total me rodea mientras escribo estas líneas. Siento mi vista cansada y quizá por eso de repente la imagen en el monitor parece alargarse, distorsionándose en formas carentes de sentido. Cierro los ojos fuertemente mientras elevo mis brazos para estirar los músculos y relajarme, y al abrirlos nuevamente, la imagen en la pantalla ha regresado a su aspecto habitual. Siento el cansancio que se apodera lentamente de mi cuerpo y a eso atribuyo la alucinación. Sin embargo, me parece que algo, y no alcanzo a discernir qué, no concuerda con esa aparente normalidad.

El ambiente a mi alrededor se manifiesta más densamente que de costumbre, incluso el tiempo pareciera correr más lento que lo usual, de tal forma que los segundos y minutos se alargan alrededor mío como curiosas bandas elásticas de longitud finita, y desaparecen una vez cumplida su duración correspondiente, aunque hoy esa duración no esté claramente definida.

Decido entonces ejecutar un par de comandos con el apuntador, y los altavoces abandonan su inactividad derramando una suave corriente penta tónica, en la cual las negras y las corcheas se revuelven a modo de peces que nadan a contracorriente, mientras los compases se zambullen generando ondulaciones de armonía en el caudal de música que ahora inunda la habitación.

La música se introduce en mi cabeza a través de mis oídos, actuando como un disparador de millones de corrientes sinápticas que extraen tu recuerdo desde las profundidades de mi memoria. Tu imagen se presenta frente a mí y es tan real, que por momentos extiendo mi mano intentando acariciar tu bello rostro. Pero mis dedos sólo encuentran el vacío, y una pequeña punzada de dolor se clava en el centro de mi pecho.

Sin embargo, ese dolor despierta mis sentidos y entre la corriente de música y los minutos expandidos, alcanzo a percibir una presencia en la habitación... me doy cuenta de que no estoy solo... sonrío para mis adentros y cierro los ojos para ver con el corazón... entonces todo cambia...

Atisbar con el corazón a ojos cerrados me permite ver un espectáculo fantástico. Frente a mí se extiende un bosque de árboles con espesas copas de hojas color azul. Me adentro en el bosque caminando con lentitud entre los troncos milenarios, aspirando el aroma a hierba fresca y llenando mis pulmones con el aire de la noche. Camino buscando con objetivo...

Eventualmente se abre un claro entre los árboles y en el centro del claro descubro una fuente natural formada por rocas de formas caprichosas y deslavadas por el paso del agua y el tiempo. El tranquilizante sonido que produce el agua al resbalar por entre las piedras, me ayuda a calmar la ansiedad que de repente me embarga.

Me arrodillo frente a una pequeña poza e introduzco mis manos en el agua para enjuagar mi cara y refrescarme. Pero a pesar de que humedezco completamente mi rostro, apenas percibo la frescura del líquido, pues el reflejo del agua cristalina me hace voltear hacia el cielo. Me sorprende encontrar un firmamento blanco cubierto por millones de estrellas del color de la miel extraída por las abejas en la primavera temprana.

El espectáculo es a la vez perturbador y sensual para un habitual de la noche como yo. Me siento sobre la hierba entretenido en descubrir las constelaciones de este maravilloso cielo nocturno, pero lleno de luz. Distraído por completo, casi no escucho el rumor de tus pasos que se acercan y una nueva sorpresa golpea mi rostro cuando te veo aparecer al otro extremo del claro.

Me incorporo para recibirte y me brindas una hermosa sonrisa que me obliga dulcemente a corresponder. Mientras te aproximas, mis ojos se iluminan al observar la silueta de tu cuerpo, que se adivina bajo una túnica que mimetiza tu imagen con la del cielo. Maravillado te recibo con los brazos abiertos y tu vuelves a sonreír mientras aprietas tu cuerpo contra el mío, en un abrazo tan íntimo que nos encierra en ese espacio particular que tanto disfrutamos.

Tus facciones reflejan alegría y ternura al cobijarte entre mis brazos y yo alcanzo a ver mi imagen que se refleja en el fondo de tus brillantes ojos oscuros. Retiro entonces una mano de tu cintura para acariciar tu rostro y no soportando más la espera me acerco para besar tus labios... y con el beso el aliento se me va, se me corta, se me escapa... y siento flaquear con una debilidad provocada por la tersa suavidad de tus labios, por la calidez de tu propia respiración, por el contacto íntimo de nuestros cuerpos...

Sin fuerza para resistir, me desplomo sobre la hierba mientras el cielo se torna nuevamente oscuro y las estrellas vuelven a brillar con su luz original, acomodándose para formar las constelaciones que habitualmente pueblan mi cielo nocturno.

Abro los ojos lentamente a la realidad de la habitación. Los minutos elásticos han desaparecido y de la corriente musical sólo queda el sonido familiar de una canción. Pero conservo la tibieza de tus labios y la sensación de tu cuerpo en contacto íntimo con el mío... y la sensación me vuelve a cortar el aliento.

Finalmente suspiro con fuerza, y pienso en esta adicción maravillosa que he desarrollado por tus besos, esos besos que me demuestran tu amor cada vez que nuestros labios se unen, esos besos que siempre van acompañados de ternura, esos besos que me cortan el aliento y drenan todas mis fuerzas, pero que me son tan necesarios como la respiración.