octubre 07, 2004

La túnica

EPD - Anciano con túnica
Disculpe usted, no fue mi intención empujarlo, es que estaba a punto de perder el equilibrio. La culpa la tiene esta túnica que desde hace algún tiempo tiene la mala maña de enredarse entre mis piernas, y si no estoy al pendiente me hace caer.

Es una túnica vieja y ajada, pero precisamente porque ha estado mucho tiempo conmigo es que la aprecio tanto. La heredé de mis padres y en ocasiones siento como si formara parte de mi mismo. En un principio la tela era blanca y limpia, agradable a la vista y más agradable aún al tacto. Toda ella daba la sensación de algo nuevo, como un lienzo en blanco listo para recibir las primeras pinceladas de una obra de arte, o una hoja de papel en espera de las primeras letras de una gran obra literaria.

Pero con el tiempo mi túnica se ha ido deteriorando. Lamento decir que es innegable el efecto del paso de los años. La blancura original se ha perdido y ahora tiene un aire percudido que no le he podido quitar. Y es que hay mucha suciedad en esta ciudad. Las calles están llenas de polvo, el excremento de los perros, ratas y humanos es casi imposible de sortear y el sol casi nunca es capaz de atravesar las espesas capas de humo que fábricas y autos arrojan al cielo de manera continua. No hay tela que pueda conservar su blancura en este ambiente.

La suavidad de la tela se ha ido perdiendo también, ahora es áspera como estas manos callosas, como lo áspero de un camino campestre. Y al igual que un camino en el campo, tiene hoyos por todos lados… y es que se me atora en los lugares más inesperados y, cuando me doy cuenta, un trozo de ella ya se quedó atrás colgando de una espina, en un clavo o en los dientes de algún perro vagabundo que no tiene otra cosa mejor que hacer que fastidiar a los transeúntes.

Es muy duro para mí observar los estragos que le causa el tiempo. Después de todo fue una herencia de mis padres… Sí, es verdad, creo que ya se lo había dicho…pero bueno, yo siempre me mostré orgulloso de mi túnica y por ello nunca dejé pasar una oportunidad de mostrarla a los demás. En más de una ocasión recibí comentarios favorables y ello me llenaba de orgullo. Para mí es algo grande ser el poseedor de una túnica que llame la atención de los demás.

Y es que esta túnica no es algo ordinario. Hasta hace algunos años, si se le observaba con atención en la oscuridad, era posible captar destellos de luz que la hacían ver como un cielo estrellado. En ciertas ocasiones parecía como si estuviera cargada de fuegos artificiales, en otras daba la impresión de que fuera una ciudad nocturna con miles de luces moviéndose de un lado a otro y con lámparas brillando aquí y allá. Incluso llegué a pensar que era una fiel representación de la Vía Láctea, formada por millones de estrellas sobre un fondo blanco como la leche. Sin embargo, las luces también han menguado con el tiempo, como si los fuegos artificiales se estuvieran extinguiendo o como si las luces móviles hubieran emigrado de la ciudad, dejando solo unas cuantas lámparas, y las más de ellas con sus bulbos fundidos. Más que una galaxia, mi túnica comienza a parecer una constelación de estrellas viejas que se apagan.

No lo tengo claro del todo, pero me parece que era todavía un niño pequeño cuando decidí utilizar la tela de mi túnica para registrar mis recuerdos. Y es que la tela siempre me pareció como una hoja en papel en espera de las primeras letras de… ah, ya se lo dije antes… bueno, no importa, total que decidí usarla realmente para escribir, aunque lo que registrara en ella no llegara a ser una gran obra. Todo lo que en su momento me pareció importante lo escribí en un pequeño trozo de su nívea superficie. Mi túnica se convirtió en mi diario y este diario lo escribí con una tinta especial, que sólo puede verse si se le ilumina con esta linterna de luz especial. Y es que no quería andar por ahí mostrando mis recuerdos a todo el mundo. De esta forma sólo yo los vería, y conmigo aquellos con los que quisiera compartir algún recuerdo especial.

Mire usted, déjeme mostrarle. Aquí tengo registrado el día en que perdí mi primer diente, yo era muy pequeño pero aún lo recuerdo porque mi padre dejó una moneda bajo mi almohada y me dijo que un ratón me había cambiado el diente por la moneda. Nunca le dije que yo no estaba dormido cuando puso la moneda… le hubiera destruido la ilusión y tal vez el ratón ya no hubiera llegado cuando le tocara el turno a mi hermanita. Me parece que también apunté ese día… me refiero a cuando mi hermana perdió su diente, pero hace algunos días busqué el registro y no lo pude encontrar. Me parece que estaba justo aquí en este agujero… parece que perdí uno de mis recuerdos cuando la túnica se me atoró en algún lado.

En este otro trozo tengo anotado el momento en que conocí a la mujer con la que más tarde me casé. ¡Ah, era bella como ninguna! Nunca he dejado de considerarme el hombre más afortunado del mundo por haberla conocido. Los recuerdos de todo lo que viví al lado de ella están aquí, en la parte de la túnica que me queda a la altura del corazón. La verdad es que esta parte de la tela la reservé justo para registrar todas esas experiencias. Uno siempre sueña con casarse y tener una buena vida al lado de la pareja ideal, así que temprano decidí reservar ese espacio para cuando sucediera.

No, no señor, cuando digo que era bella no me refiero que su belleza haya menguado con la edad... lo que pasa es que ella murió hace algunos años. Desde entonces he estado solo, sin nada mejor que hacer que revisar una y otra vez los recuerdos de mi vida a su lado. Con eso me entretengo largo rato, porque nuestra vida juntos fue larga y satisfactoria. Mire usted, los recuerdos se extienden desde la altura del corazón, hasta la parte inferior de la túnica. Justo aquí, en la parte de abajo, está el recuerdo de cuando la perdí. Si supiera usted cuanto la extraño...

Bueno, mejor sería hablar de otras cosas, tengo recuerdos de todos tipos registrados en esta túnica, y si usted quiere podemos ver algunos de ellos. Los hay de momentos de felicidad, de episodios de enojo, de experiencias decepcionantes y alegrías fulgurantes. De todo un poco, como en botica...

Sí, tiene usted razón, creo que ya es tarde y debiéramos regresar al edificio. Caminar por este jardín es realmente agradable a pesar de que la túnica se me haya atorado un par de veces en los rosales, pero la noche aprieta y hace frío, y esta túnica llena de agujeros ya no ofrece tan buen cobijo. Además, mi esposa debe estar esperandome para cenar... ¿Cómo?... ¿Que mi esposa ya murió? ... ¿De dónde saca semejante tontería? Ella debe estar preparando la cena justo en este momento... ¡Por supuesto que estoy seguro, sólo eso me faltaba!...

No señor si ella hubiera muerto yo lo hubiera registrado en mi túnica... ¿dónde dice usted?... ¿en la parte inferior?... ¡pero si aquí lo único que hay es un agujero!... ¿que se quedó un trozo en los rosales?... yo creo que usted está demente... será mejor que me vaya...

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡Qué bonito relato, como siempre! Y cómo vamos dejando esa túnica-vida a jirones, y como a veces es bueno perder en el olvido esa parte de nuestra vida que tanto nos duele. Pero nuestro paso por el mundo es así, y también es hermoso una túnica usada, y mucho más si sigue encubriendo un alma llena de luces como la tuya.
Un abrazo.Muralla

4:16 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola,
si, muy bonito relato.Este hombre hablando de su tunica me ha emocionado por lo humano que es. Es cierto, todos llevamos una tunica marcada por el tiempo y la experiencia. Y la tunica se adapta a todo, al tiempo y a la experiencia.

Gracias.

llydia

12:38 a.m.  
Blogger Unknown said...

Edu querido:

Un relato hilado con franqueza, viaje compartido, un final que duele dejando un sentimiento de perdida, de dolor ignorado... ¡Bendito velo la locura!

Beso cariñoso

Pieladentro

9:58 a.m.  
Blogger Noctámbulo said...

Concuerdo con Murallita en que una túnica usada es algo bueno, pues significa que hemos vivido. Concuerdo con Llydia en que el diseño de la túnica se conforma por lo que nos sucede a lo largo del tiempo. Coincido con Pieladentro en que en ocasiones el dolor es tan grande que la única forma de evitar el dolor es caer en un episodio de locura. Coincido con Agua en que en otras ocasiones simplemente le practicamos cirugía a la túnica y lo que resulta de un evento doloroso en un agujero. Finalmente, coincido con Magda en que es positivo rescatar de nuestras experiencias amargas lo positivo, visitarlas pero no quedarse ahí.

Ahora bien, no piensen que manifiesto mi coincidencia nada más porque es lo correcto desde el punto de vista de la cortesía. No, sinceramente todo lo que dicen me parece correcto. Lo único que me pregunto es si debí haber incluido el último párrafo del relato que borré por no caer en la repetición de un recurso (véase el final de mi post Luz y Oscuridad...). El párrafo decía así.

... doctor, ya tiene listo el diagnóstico? - Sí, el paciente tiene demencia senil. Está perdiendo las conexiones de la memoria en su cerebro, de tal forma que los recuerdos que en este momento están ahí, mañana ya no existirán. Es como si el tejido de una tela estampada se estuviera llenando de agujeros, de tal forma que el diseño del estampado se va perdiendo con el tiempo. Me temo que es irreversible...

En fin, decidí quitarlo y así se queda. Pero creí interesante mencionarlo. Un gran abrazo para todas. Siempre un placer verlas por aquí.

3:27 p.m.  
Blogger Noctámbulo said...

En mi respuesta anterior borré un párrafo por error, en el cual agradecía de todo corazón sus siempre amables y lindas palabras y me disculpaba por no responder de manera individual, pero creo que este caso se merecía una sola respuesta. Un abrazo nuevamente y felíz fin de semana.

3:32 p.m.  
Blogger Noctámbulo said...

Excelente analogía astronómica. Perdón por andarle buscando significados ocultos a tu frase, Agua. Estaba más que claro. Un abrazo.

9:39 a.m.  
Blogger Noctámbulo said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

9:39 a.m.  

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